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Seguridad de los empleados: El riesgo público

Actualizado: 5 abr 2020

Seguridad de los empleados: El riesgo público Un riesgo ocupacional importante, que debe ser considerado tanto por los responsables de la seguridad como por los de la salud en las empresas. Por Guillermo González Mendigaña

Artículo tomado de : http://ccs.org.co/ foro de seguridad.

América Latina es una región en la que los ambientes son diversos, y las culturas muy variadas. Por esta y otras razones, la penetración de conductas violentas copiadas de los conflictos del mundo moderno y adaptado a nuestras crisis sociales y de valores, es una situación predecible pero muy difícil de contener. Nuestra sociedad la conforman, entre otros elementos, las empresas que no han podido ser ajenas a este tipo de conductas violentas, viéndose afectadas de manera directa o indirecta por actos de agresión externa a sus instalaciones, o por conductas internas relajadas, y que son ya parte de nuestra cultura. Cuáles son las amenazas que pueden afectar a los trabajadores De manera directa, los trabajadores se pueden ver afectados por cuatro tipos de amenaza: Una de agresión externa en contra de la empresa, en donde el trabajador es simplemente una víctima incógnita, indirecta y presencial. Los atentados a las instalaciones de las empresas, o los atracos armados a las oficinas de atención al público, son dos de los tipos de agresión criminal más común. Un segundo tipo de amenaza, se produce en razón de su cargo, que lo convierte en un elemento atractivo al agresor. Los ejecutivos de primer nivel en las empresas, representantes legales, ó Directores de área que son visibles por las responsabilidades implícitas del cargo, son el blanco más frecuente. Sin embargo, aquellos empleados quienes desempeñan funciones importantes en términos de manejo de información clave, o que lideran procesos productivos especiales, no son ajenos a este tipo de agresión: pensemos en Jefes de sistemas de información, asistentes de gerencia, grupos de recursos humanos, jefes de producción etc. Una tercera individual y selectiva, producto de hábitos personales y situaciones de su ambiente sociofamiliar. Este tipo de conducta generalmente es producto de un resentimiento personal o un ajuste de cuentas. Las motivaciones del agresor pueden ser muy variadas, van desde el simple interés económico para obtener un dinero rápido, hasta el uso de las vías de hecho para resolver un conflicto. Una cuarta es indiscriminada, consecuencia de estar en el momento menos oportuno, en el sitio menos adecuado y a la hora menos indicada. En la permanente dinámica de un ambiente de tensión en el que vivimos, los actos terroristas, por ejemplo, son impredecibles y se pueden presentar en cualquier lugar del área urbana, en donde nuestros «trabajadores de calle», – mensajeros, representantes técnicos o comerciales etc. – se pueden ver afectados. Pero, otro tipo de agresiones con objetivos diferentes, como atracos callejeros, pueden involucrar involuntariamente a este tipo de colaboradores. Las lesiones y los daños psicológicos de este tipo de eventos, son accidentes de trabajo, y deben ser considerados como tales, en la gestión de los responsables de los programas de salud ocupacional en las empresas. Por estas razones, las empresas han debido involucrar dentro de sus actividades de prevención, un riesgo que han decidido enmarcar dentro de los riesgos psicosociales y que hemos denominado «RIESGO PUBLICO», que se refiere básicamente a todos aquellos factores de riesgo derivados de situaciones de agresión intencional de seres humanos contra seres humanos, contra intereses privados de las personas, ó, contra algunas comunidades (actos delictivos), y en los que se vean involucrados trabajadores de manera directa o indirecta, y que produzcan lesiones generando una incapacidad temporal o permanente. El impacto es de todo orden. En los trabajadores las consecuencias de lesiones físicas son muy importantes, pero las secuelas psicológicas son mayores. Se pudiera pensar que la frecuencia de este tipo de factores de riesgo es baja, pero la severidad es muy alta, lo que dispara cualquier índice y desestabiliza cualquier buen resultado en un programa de prevención de accidentes. Sin embargo, este tipo de conductas hacen parte ya de nuestra cultura, lo que significa que la frecuencia tiende a aumentar paulatinamente. Los presupuestos para afrontar de manera eficiente un evento son difíciles de calcular, y las pérdidas para las empresas terminan siendo muy importantes. Dentro de los factores de riesgo mas frecuentes del «RIESGO PÚBLICO», podemos mencionar: – El secuestro. Hasta hace algunos años, en Colombia, el secuestro fue el riesgo de mayor impacto en las empresas, considerando que sus ejecutivos eran el blanco mas frecuente. Hoy por hoy, y con las medidas de las autoridades esta frecuencia ha bajado, pero las modalidades han cambiado habiéndose extendido su incidencia a las poblaciones de trabajadores de casi todos los niveles, por intereses o cifras económicas menores, con desenlaces más rápidos. Si bien las estadísticas de las autoridades muestran disminución de los hechos conocidos, también es cierto que la frecuencia puede haber aumentado porque los eventos actuales son de menor importancia, por intereses menores a los ya conocidos, y como parte de una conducta que no llega a conocimiento de las autoridades, por su menor impacto en la opinión pública. Debemos mencionar, por ejemplo, el llamado «Secuestro Express» al que están mas expuestos los transportadores, vendedores – cobradores, y visitadores comerciales. «La pesca milagrosa», que aunque en la actualidad han sido menores los casos conocidos, no deja de estar afectando algunas de las carreteras de nuestra geografía quemando camiones, saqueando mercancías y robando pasajeros. – La extorsión. El comienzo de cualquier tipo empresa, legal o ilegal, requiere de unos recursos, que para actividades delincuenciales o propósitos de agresión, son obtenidos de manera más fácil y rápida a través de la extorsión. La extorsión está siendo, en Colombia, también una forma de vida para aquellos quienes han pertenecido a organizaciones al margen de la ley, y que hoy se encuentran aparentemente retirados, o reincorporados a la sociedad. Este riesgo es hoy el de mayor frecuencia en las empresas, y que está afectando de manera más directa a los trabajadores. La falta de oportunidades en la economía formal ha motivado la creación y el fortalecimiento de economías informales que a su vez, han ido cultivando conductas relajadas. El paso de la economía informal a la delincuencia es muy corto, y la extorsión ha sido uno de los medios más fáciles para robustecer capitales de la economía informal, y la economía delincuencial. Se ha dicho que «la extorsión es la cuota inicial de un secuestro». – Atentados. Últimamente no han sido tan frecuentes, sin embargo, el acto terrorista en contra de la Escuela superior de guerra, en Bogotá, en la que estuvo afectada también la Universidad Militar, el ocurrido en Villavicencio, y el intento en Fusagasuga, son tres ejemplos, de que este tipo de actos, forman ya parte de nuestra cultura; y en la dinámica del día a día empresarial podemos estar expuestos en cualquier momento. Las lesiones causadas a personas desprevenidas y trabajadores propios de cada instalación afectada o de las instalaciones vecinas, pueden constituir un accidente de trabajo. Los mítines, las asonadas, los disturbios, las tomas delincuenciales, y/o los ataques callejeros, en las que de manera directa o indirecta se vea involucrada una instalación física de una empresa y unas personas, muy seguramente producirá lesiones y ausentismos en los trabajadores, además de los costos no calculados y las pérdidas a las empresas. – El atraco.

Dependiendo del objeto social de la empresa, y de las actividades que desarrolla, el atraco tiene mayor o menor incidencia en los riesgos de los trabajadores. Desde una ventanilla de atención al público en donde se recaudan dineros, pasando por actividades de mensajeros, cobradores, vendedores y transportadores, hasta ejecutivos víctimas de este tipo de agresión por el atractivo económico de su vehículo asignado. En algunas ocasiones, el atraco ha sido el punto de partida de una extorsión o un secuestro, cuando durante el evento de agresión se hacen visibles tarjetas de presentación u otros elementos que evidencian la importancia de la victima, convirtiéndolo en un valor agregado para los intereses de la delincuencia. A través de la historia de nuestras sociedades, el atraco ha sido la conducta delincuencial mas común, pero igualmente es el riesgo de agresión mas frecuente en causar lesiones severas. – Los delitos internos. Existen algunas conductas internas en las empresas consideradas como delitos y que desencadenan riesgos ocupacionales por el desenlace en resentimientos individuales, producto de conductas irregulares o el descubrimiento y el miedo a la investigación administrativa de tales irregularidades. Me refiero a fraudes, estafas, comportamientos corruptos, y otras conductas. Estas situaciones son incubadoras de otras que pueden terminar en actos de agresión, por muy variadas razones. La relajación moral de algunos de nuestros ejecutivos, funcionarios, mandos medios y trabajadores, y sus propósitos de dinero fácil estimulan la participación de otros trabajadores en actos internos ilícitos que a su vez terminan involucrando de manera ingenua a personas, que al ser descubiertas, pueden desbordar en comportamientos agresivos en contra de sus motivadores. – Violencia en el puesto de trabajo. Pensemos por un momento en conductas individuales internas, de trabajadores en contra de otros trabajadores, o de superiores sobre sus gobernados y viceversa, en las que por razones e intereses individuales se ejercen presiones indebidas que se pueden materializar en agresiones directas, y que al final pueden ser considerados como accidente de trabajo. Me refiero a agresiones directas, presiones psicológicas, o sabotajes para disfrazar accidentes. Los casos más frecuentes han sido en contra de funcionarios de recursos humanos en quienes es más visible la responsabilidad de decisiones de contratación, promoción o despidos. Casos (…) tenemos para mencionar, desde un director de recursos humanos que fue agredido en su oficina con un arma de fuego por un escolta a quien se le había despedido; un funcionario de recursos humanos de un cultivo de flores a quien lo esperaron en una vía rural para agredirlo y destrozar su vehículo, por haber firmado unas sanciones; hasta intimidaciones a jefes de selección para presionar decisiones de contratación. Los medios violentos, en nuestra cultura, para lograr objetivos individuales son cada vez mas frecuentes, al punto, que en los colegios los niños se valen de armas blancas y otros elementos de agresión, para buscar el respeto a través del miedo, obtener de manera rápida un dulce, ó satisfacer un antojo.

– Acoso laboral.

Guillermo González Mendigaña es Consultor en control de pérdidas y seguridad de Colombia.



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